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foto de Flickr, autor angeloangelo

miércoles, 19 de noviembre de 2014

¿Qué es la singularidad tecnológica?


En su última película (Trascendence), Johnny Deep hace el papel de un prestigioso investigador en el campo de la inteligencia artificial que trabaja en la creación de una máquina que combina la inteligencia colectiva con las emociones humanas. Siguiendo con el género de la ciencia ficción, Ex Machina (todavía no estrenada) trata sobre los límites de la inteligencia artificial y las relaciones hombre-máquina. En la misma línea Antonio Banderas acaba de presentar Autómata en el último Festival de San Sebastián, cinta ambientada en 2044, año en el que los robots amenazan con tomar el control del mundo.

Podríamos citar muchos más ejemplos de películas de temática parecida pero todas ellas tienen en común que describen un futuro muy similar al que postulan los defensores de la denominada singularidad tecnológica o simplemente singularidad (singularity en inglés). Wikipedia la define como “un acontecimiento futuro en el que se predice que el progreso tecnológico y el cambio social se acelerarán debido al desarrollo de inteligencia sobrehumana, cambiando nuestro entorno de manera tal, que cualquier ser humano anterior a la singularidad sería incapaz de comprender o predecir”.

Foto del usuario de Flickr Paul Keller

Los partidarios de esta filosofía argumentan que los avances en los campos de inteligencia artificial, nanotecnología, robótica, neurología, computación cognoscitiva y genética posibilitarán en un futuro cercano un desarrollo exponencial del ser humano hasta convertirlo en un superhombre (en eso coinciden con el transhumanismo) que podría incluso llegar a ser inmortal. Esto último de la inmortalidad podría sonar a broma pero lo afirman científicos tan prestigiosos como Stephen Hawking o Marvin Minsky.

Ray Kurzweil es uno de los principales defensores de esa corriente. En su libro “La singularidad está cerca” expone la teoría de los rendimientos acelerados, una ley que -según él- llevará a la humanidad a un escenario donde se producirá un explosión de inteligencia que transformará el mundo de forma drástica. Pero Kurzweil no está no sólo. Otros prestigiosos científicos (Aubrey de Grey, Michio Kaku o el citado Marvin Minsky entre otros) y empresas pioneras como Google le apoyan en la difusión de las bondades de la singularidad y el transhumanismo. De hecho, han creado una universidad en California (Singularity University) cuya misión es “educar, inspirar y dar empowerment a los líderes para aplicar tecnologías exponenciales que solucionen los grandes desafíos a los que se enfrenta la humanidad actualmente”

¿Se cumplirá finalmente lo que pronostican Kurzweil y compañía? Lo cierto es que un futuro como el que nos presentan las películas citadas poblado de cíborgs y controlado por máquinas replicantes más inteligentes que nosotros, parece poco halagüeño para las “personas normales”. Las tres reglas de la robótica de Asimov podrían servir para el momento en el que fueron publicadas (1942), pero creo que convendría abrir un debate social amplio sobre los aspectos éticos y legales de estos avances médicos y tecnológicos.

Este artículo fue publicado originariamente en Rincón de la Tecnología el 4 de noviembre.
 

miércoles, 12 de noviembre de 2014

¿Cómo están regulados los drones en España?

¿Tienes interés personal o profesional en la regulación de los drones?

Si es así date prisa en hacer comentarios porque el próximo día 15 de noviembre se cierra el periodo de información pública del proyecto de Real Decreto por el que se regula la utilización civil de las aeronaves pilotadas por control remoto. Dicho Real Decreto -una vez que sea aprobado y entre en vigor- será la norma básica que contemple los requisitos de vuelo de drones en España y derogará la regulación establecida actualmente en el artículo 50 de la Ley 18/2014 de aprobación de medidas urgentes para el crecimiento, la competitividad y la eficiencia. Por cierto que lo de que un Real Decreto derogue un artículo de una ley no deja de ser curioso, pero así lo prevé la Disposición Final 2ª de la misma.

Foto del usuario de Flickr eschipul

La regulación de estos aparatos no es un tema fácil. Que se lo digan a la FAA americana que lleva desde 2012 trabajando en una norma por mandato del Congreso y todavía no ha sido capaz de presentar una versión definitiva, aunque parece que estará preparada antes de que acabe el año.

En nuestro país, el organismo encargado de controlar el uso de drones es AESA (Agencia Estatal de Seguridad Aérea). En abril, "con el objetivo de evitar mal entendidos y posibles incidentes", AESA publicó una nota puntualizando que "no está permitido, y nunca lo ha estado, el uso de aeronaves pilotadas por control remoto con fines comerciales o profesionales". La nota anunciaba que se estaba trabajando en una norma que se aprobaría en breve (se refería a la Ley 18/2014 que hemos mencionado antes). 

Lo que me parece más interesante de la nota es la aclaración que hace respecto al concepto de dron. Lo define genéricamente como una "una aeronave pilotada por control remoto". Añade que originariamente se llamaba así a algunas de estas aeronaves de uso militar pero en la actualidad se ha extendido este nombre a todas los aparatos pilotados por control remoto, tanto militares como civiles. Sin embargo, AESA puntualiza que una aeronave pilotada por control remoto legalmente se considera dron cuando tiene un uso comercial o profesional. Cuando el uso de estas aeronaves tiene exclusivamente un fin deportivo o de recreo, son consideradas aeromodelos, y se rigen bajo la normativa de éstos.

Debemos distinguir por tanto entre drones y aeromodelos. Respecto de estos últimos, AESA precisa que la actividad del aeromodelismo la regula la Real Federación Aeronáutica de España (RFAE) y además, cada Comunidad Autónoma y cada municipio puede tener su propia normativa. En cualquier caso, los aeromodelos no pueden superar los 100 metros de altura, ni volar sobre núcleos urbanos, ni sobre grupos de población (playas, conciertos, etc). 

Es decir, los que llamamos vulgarmente "drones caseros" son aeromodelos de acuerdo con la regulación. En cuanto a los drones propiamente dichos (los que tienen fines comerciales o profesionales), la Ley 18/2014 establece un conjunto de limitaciones y reglas de obligado cumplimiento en función del peso de la aeronave en el momento del despegue y de la finalidad concreta de los vuelos. También se detallan los requisitos para los pilotos y las empresas que operen dichos aparatos. Adicionalmente, estos vuelos tendrán que ser comunicados a AESA o autorizados previamente por ésta, en función del peso del dron (por debajo de 25 kg. no será necesaria autorización sino sólo comunicación). El cumplimiento de todos esos requisitos no exime al responsable de la aeronave de la observancia del resto de la normativa aplicable, en particular en relación con el uso del espectro radioeléctrico, la protección de datos o la toma de imágenes aéreas, ni de su responsabilidad por los daños causados por la operación o la aeronave. Consciente de la dificultad de la norma, AESA ha publicado en su web una lista de preguntas frecuentes.

Hasta aquí la normativa vigente a día de hoy pero habíamos dicho que el proyecto de Real Decreto que ahora está en consulta pública va a sustituir a la Ley 18/2014. ¿Qué novedades aporta dicho documento (en su redacción actual)?

El Real Decreto se aplicará a los sistemas de aeronaves pilotadas por control remoto (a los que llama, RPAS por sus siglas en inglés Remotely Piloted Aircraft Systems), a su aeronavegabilidad, a las operaciones que se realicen con ellos y al personal que las pilote o ayude al piloto a ejercer sus funciones, con excepción de los vuelos que se desarrollen en su integridad en espacios interiores o para fines militares. A este respecto, debemos decir que el proyecto de Real Decreto no aporta grandes novedades frente a lo que disponía la Ley 18/2014, sino que más bien desarrolla su contenido.

También se aplicará al uso y operación de aeromodelos y ésta es la parte más novedosa. Los aeromodelos se definen como "aeronaves, capaces de sostenerse en la atmósfera, no susceptibles de llevar una persona a bordo, siempre que sean utilizadas exclusivamente para demostraciones aéreas, actividades deportivas, recreativas o de competición.". La norma establece los requisitos que debe cumplir el aeromodelo (de tipo técnico), la operación de vuelo (diurno, dentro del alcance visual del piloto, en zonas autorizadas y a más de 8 kms. de un aeropuerto) y el piloto (tener la cualificación necesaria y acreditar las exigencia de aptitud o exigencia requeridas).

En consecuencia, si alguien va a ir a Juguetrónica  a comprar uno de los muchos juguetitos voladores que venden, merece la pena que antes de usarlos al aire libre se lea bien las instrucciones y las normas mencionadas para evitar sustos y multas.

martes, 11 de noviembre de 2014

Los riesgos del internet de las cosas (IoT)


 2014 está siendo el año del internet del las cosas (IoT) por su siglas en inglés. @GilPress explica en este interesante artículo las razones que explican dicho auge. Además, las expectativas económicas para este grupo de tecnologías son impresionantes. Según Gartner, los productos y servicios relacionados con IoT generarán unos ingresos incrementales que superarán los $300 billones (americanos) en 2020. Por su parte, IDC prevee que el mercado mundial de soluciones IoT crecerá desde los $1.9 trillones del año pasado hasta los $7.1 trillones (también americanos) en el año 2020.

Foto del usuario de Flickr Kalexanderson
 
Es indudable que cada vez dependemos más de ordenadores y máquinas para casi cualquier actividad cotidiana. Ello nos aporta multitud de ventajas y mejoras de productividad pero no podemos olvidar que genera otros problemas. Para empezar, las máquinas fallan de vez en cuando (sobre todo cuanto más complejas son y más interconectadas están) y también corren el riesgo de atacadas y hackeadas

El año pasado, el índice Dow Jones cayó bruscamente por un tuit falso de Associated Press que decía que había habido dos explosiones y que el Presidente Obama estaba herido. También en 2013, Hugo Teso hizo temblar al sector aeronáutico cuando demostró que podía tomar el control de un avión comercial a través de su smartphone. Teso insiste que aquello fue sólo una prueba de concepto y que él comunica los fallos que descubre en los protocolos a la Agencia Europea de Seguridad Aérea antes de hacerlos públicos, aunque parece que ni la Agencia ni las propias empresas afectadas muestran mucho interés.

En la misma línea, dos investigadores acaban de hacer público un informe en el que demuestra cómo se pueden atacar remotamente más de 20 tipos de coches y tomar control de la dirección y/o los frenos. Para ello han estudiado sus funcionalidades inalámbricas (Bluetooth, conexiones móviles, etc); la arquitectura técnica del coche y en concreto las opciones que ofrece para acceder al sistema de frenos y de dirección del vehículo; así como las funciones de asistencia (frenado automático o aparcamiento asistido). El Infinity Q50 sale bastante mal parado del estudio mientras que la arquitectura técnica del Audi A8 es considerada la mejor. Que los coches estén conectados es estupendo, pero los fabricantes no deberían perder nunca de vista que lo más importante es la seguridad.

Los termostatos e impresoras caseras también parece que son fácilmente hackeables para, a partir de ahí, poder espiar nuestra intimidad. Del ordenador, el smartphone y los servidores en la nube, mejor ni hablamos porque todos los días tenemos noticias de vulneraciones o filtraciones. Creo que vamos a tener que prestar más atención al ensayista norteamericano Nicholas Carr y leer con atención su nuevo libro Atrapados: cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas.  

En una reciente entrevista concedida a El País, Carr explicaba que hemos caído en una excesiva automatización. La tecnología guía nuestras búsquedas de información, nuestra participación en la conversación de las redes, nuestras compras, nuestra búsqueda de amigos. Nos descarga de labores pesadas pero, poco a poco, nos conduce a lo que él denomina complacencia automatizada: confiamos en que la máquina lo resolverá todo, nos encomendamos a ella como si fuera todopoderosa, y dejamos nuestra atención a la deriva. 

En fin, probablemente la virtud esté en el medio, como ya apuntaba Aristóteles hace muchos siglos, pero conseguir el equilibrio correcto no parece que vaya a ser una tarea fácil.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Robots sociales que aprenden y entienden tus emociones (II). Retos morales y legales


Como veíamos en el artículo anterior, parece que lo que cuenta la película Her no está tan lejos como parece. Pero ¿cuáles son los riesgos de estos sistemas de inteligencia artificial avanzados, en especial en el caso de que cuiden o interactúen habitualmente con personas más vulnerables como menores o ancianos?

Foto del usuario de Flickr juhansonin

Es evidente que niños y mayores son mucho más fácilmente manipulables por este tipo de sistemas, máxime si están instalados en un robot con apariencia humana, en cuyo caso podrían llegar a no darse cuenta de que están comunicándose con máquinas ¿Ponemos límites a lo que pueden hacer estas herramientas o dejamos que sean programadas para maximizar el beneficio de las empresas que las comercializan? ¿Pueden simular una conversación con un niño para obtener información sobre su familia o condicionar a un anciano para que no salga de casa porque se puede perder en la calle? ¿Nos preocupa que puedan manipular sus sentimientos apelando a las emociones?

El Consejo de Ética de Dinamarca se ha planteado si es aceptable que los robots sean diseñados para hacer creer a ciertas personas que tienen sentimientos. Se inclinan a pensar que dichos sistemas no son un problema en si mismos y recomiendan a los cuidadores de la gente más vulnerable que se aseguren de que no se pone en riesgo su dignidad. Me parece un buen principio y, sobre todo, celebro que haya países que entiendan que las cuestiones éticas son relevantes y promuevan este tipo de instituciones destinadas a generar informes que sirvan de base para un acto legislativo o un eventual debate social posterior. Ojalá cundiera el ejemplo.

Siguiendo con los temas morales, los profesores de la Universidad de Notre Dame, Laurel D. Riek y Don Howard han elaborado un código ético dirigido a las personas que desarrollan robots diseñados para interactuar con humanos, que termina con unas recomendaciones bastante razonables como que sería deseable que el comportamiento de los robots fuera predecible o que la privacidad debe ser respetada de la forma más amplia. Os dejo también un postcast de media hora con una entrevista a la doctora Riek, en la que ofrece más información sobre sus motivaciones para preparar el documento y los aspectos tratados en el código.

En cuanto a los riesgos legales, ya apuntamos algunos de ellos hace unas semanas en Replicante Legal. Me parece que las empresas que comercialicen estos robots tienen que estar obligadas a informar de forma muy clara sobre qué datos van a obtener, qué uso hará de ellos, si los va a ceder a terceros y en qué circunstancias, si el usuario podrá acceder a los datos y/o borrarlos efectivamente, así como las medidas de seguridad implementadas para impedir que el dispositivo sea hackeado. Otro punto esencial es la usabilidad: debe ofrecerse a los usuarios la posibilidad de apagarlo completamente y de configurarlo fácilmente para que sólo ejecute las acciones requeridas.

En la misma línea, un interesante artículo reciente de Hoja de Router alertaba sobre los peligros de la computación afectiva. Un número creciente de empresas y dispositivos están enfocados en detectar y procesar nuestras emociones, dado el papel tan relevante que éstas juegan en cualquier decisión de compra. Lo preocupante de este caso es que la máquina podría estar recopilando esa información sin que te dieras cuenta puesto que estos sistemas no requieren una interacción directa para cumplir su finalidad. Es evidente que si los usuarios no son plenamente conscientes de todas las implicaciones para su intimidad y privacidad de estas nuevas técnicas, difícilmente podrán ser consideradas conformes con la normativa de protección de datos.

Robots sociales que aprenden y entienden tus emociones (I).

Ya están aquí y han venido para quedarse. Me refiero a los robots sociales, máquinas capaces de captar las emociones humanas y/o de aprender en cada interacción. El ejemplo más claro es Pepper. Se trata de un robot que está presente desde hace meses en las tiendas de Tokio del operador de telecomunicaciones japones Softbank y cuyo objetivo declarado es vivir con humanos aunque no para cocinar ni limpiar, sino para ser su "compañero emocional", en sentido de hablar y entender la alegría, tristeza o sorpresa de su interlocutor e incluso ser capaz de expresar algunas emociones básicas.

Aldebaran, la empresa que lo ha creado, afirma que la experiencia que están acumulando en las tiendas, servirá para desarrollar una versión más sofisticada de Pepper que saldrá a la venta en Japón en febrero de 2015 por unos 2.000 dólares.

Foto del usuario de Flickr Martica

Por otro lado, IPsoft acaba de presentar Amelia, un sistema basado en inteligencia artificial que habla más de 20 idiomas y es capaz de leer y entender textos, seguir procesos, resolver problemas, responder a cuestiones y, lo más importante, aprender de la experiencia. ¿Cómo lo hace? Según sus creadores, Amelia es capaz de entender el contexto, aplicar la lógica y deducir implicaciones.

Baby X es un proyecto curioso del Laboratorio de Tecnologías Animadas de Auckland (Nueva Zelanda). Lo lidera Mark Sagar, con experiencia en la creación de personajes generados por ordenador en películas como King Kong o Avatar, que  lo define como "una exploración de la interacción emocional a través de un avatar interactivo". Baby X es un programa que imita el proceso biológico de aprendizaje simulando mediante algoritmos las reacciones del cerebro y las expresiones faciales. Merece la pena ver los vídeos del link anterior porque si no es difícil de entender el proyecto. Por cierto que para desarollar el avatar, Sagar ha tomado a su hija Francesca como modelo

Tanto Amelia como Baby X pueder ser embebidos en humanoides (como Pepper), que les aporten las funciones mecánicas de las que carecen. Ambos comparten además el objetivo último de comportarse naturalmente o de forma lo más parecida a como lo haría un ser humano.

El objetivo de Viv es ser el primer asistente personal inteligente. Los fundadores de esta startup trabajaron antes en el desarrollo de Siri y aseguran que Viv será capaz de entender tus preferencias y usar multitud de conexiones a la web para contestar casi cualquier pregunta o ejecutar casi cualquier acción. De hecho le llaman "cerebro global" porque se basa en contenidos disponibles en internet y no está sujeto a las limitaciones de sus programadores. Afirma que Viv será capaz de ejecutar correctamente acciones complejas como "búscame un vuelo a Dallas en un asiento en el que quepa Shaq (Shaquille O´Neal, exjugador de la NBA)" en menos de un segundo.

¿Echábais de menos a alguien? Sí, Amazon también se apunta a la fiesta y acaba de lanzar Echo, un asistente familiar que puede poner música, responder a todo tipo de preguntas y ofrecer noticias.

Si se cumplen las predicciones anteriores, en breve estarán disponibles comercialmente robots que serán capaces de aprender, de resolver problemas y de entender nuestras emociones. ¿Podemos dejar a esas máquinas al cuidado de personas mayores y niños? El autor de este artículo sobre cuidado de ancianos afirma que sí y que casi no nos va a quedar otro remedio dada la escasez de médicos para atenderlos. En el siguiente artículo analizaremos las numerosas cuestiones éticas y legales que se plantean.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Automatización y economía colaborativa están transformando radicalmente el mercado de trabajo.


¿Los robots y los sistemas de inteligencia artificial destruirán más empleo del que crearán en 2025? Esa es la pregunta que el Pew Research Center formuló a casi 2000 expertos en tecnología e internet en un estudio que se acaba de hacer público

El 52% consideró que muchos de los trabajos actuales (especialmente en los campos de asistencia sanitaria, transporte, logística o atención al cliente) serán reemplazados por máquinas pero tienen fe en que el ser humano aprovechará las capacidades que le hacen único y será capaz de crear nuevos empleos y formas de ganarse la vida como lleva haciendo desde la revolución industrial. Argumentan que, historicamente, los avances tecnológicos han sido creadores netos de empleo y que estos cambios contribuirán a liberarnos de las ocupaciones más penosas, permitiendo incluso redefinir el propio concepto de trabajo. 

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Foto tomada de Wikimedia Commons

La tendencia hacia la automatización es imparable. El MIT ya lo pronosticaba así hace dos años en un extenso informe sobre el futuro del mercado de trabajo. Por su parte, la BBC analiza las ventajas y desventajas de que tu jefe o empleador sea un algoritmo, como ocurre en plataformas como mobileworks o freelancer. Entre los pros destaca que da instrucciones claras, no tiene cambios de humor, procesa información a la velocidad del rayo y no hace micromanagement, ni se toma los errores como algo personal. Por contra, están focalizados en la optimización de las tareas con una rigidez que les impide tener en cuenta el impacto de factores como las enfermedades puntuales y no son capaces de captar -al menos a día de hoy- los matices que subyacen en cualquier interacción con seres humanos.

Los algoritmos también juegan un papel esencial en lo que se conoce como sharing economy (también denominada on-demand o peer economy). Los ejemplos más citados son Uber y Airbnb pero existen muchas empresas con modelos de negocio basado en la colaboración (entre ellas Fon, TaskRabbit, dogvacay o Spinlister).

Un artículo reciente de Techcrunch afirma que los algortimos están ganando la partida hoy a los sindicatos como apoyo de los trabajadores, en el sentido de que ofrecen flexibilidad respecto a cómo y cuándo trabajar, consiguiendo que oferta y demanda se equilibren mediante el constante ajuste de precios e incentivos. Esa flexibilidad es una caracterísica muy valorada por muchos jóvenes con talento puesto que les permite compatibilizar su vida laboral con sus pasiones y a la vez generar su propia reputación y marca personal. Una de las frases de ese artículo me ha gustado especialmente. Traducida sería "la economía siempre ha tenido lo que podemos denominar empleos "long-tail" pero ahora tiene la posiblidad de emparejarlos con trabajadores "long-tail". El autor (@DannyCrichton) termina abogando por modificar drásticamente la normativa laboral vigente para asegurar que se regula adecuadamente el ganarse la vida con una multiplicidad de pequeñas ocupaciones.

En el mismo sentido, un artículo de la semana pasada de El Confidencial analiza el auge de los trabajos freelance y afirma -apoyándose en un estudio- que más de 50 millones de norteamericanos son autónomos, cifra que previsiblemente crecerá en los próximos años puesto que las grandes empresas tienen planes de aumentar sus encargos a trabajadores externos.