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foto de Flickr, autor angeloangelo

viernes, 12 de septiembre de 2014

Retos éticos y legales que plantea un futuro robótico

Me gusta Ryan Calo (@rcalo). Le sigo desde hace meses y me parece el abogado que mejor entiende el futuro que nos está esperando a la vuelta de la esquina. Otro día hablaré de alguno de sus brillantes trabajos académicos.

Foto del usuario de Flickr oskay


Hoy quiero comentar el foro en el que intervino hace unas semanas en la facultad de derecho de Berkeley junto a varios expertos para tratar los retos morales y legales que plantea la irrupción en la sociedad de robots de distintos tipos. Lamentablemente no tenemos el vídeo de la sesión pero sí se puede escuchar el audio aquí (una hora y media, en inglés).

En la sesión se abordaron algunos temas polémicos como por ejemplo si sería ético asignar robots con aspecto de niños a pedófilos, supondiendo que esa medida pudiera erradicar o disminuir el problema. Está demostrado que muchos pedófilos no están rehabilitados al salir de la cárcel y siguen suponiendo un problema para la sociedad. En esas circunstancias, ¿tiene sentido hacer una prueba piloto para ver si la medida puede ser efectiva?

El auge de los robots puede forzar al derecho penal a tener que replantearse cuestiones importantes como el concepto de mens rea o intencionalidad. Actus non facit reum nisi mens sit rea, reza el aforismo latino. La mente también tiene que ser culpable, es decir tiene que existir una intención de cometer el acto delictivo. Calo puso un interesante ejemplo a este respecto: Darius Kazemiha ha creado un sotware que hace compras aleatorias en Amazon. ¿Qué ocurriría si su programa informático compra algo que es ilegal en el Estado en el que vive, como por ejemplo los caramelos con alcohol en Massachusetts? ¿Sería culpable Darius? Probablemente no respondo yo, pero me temo que iba a tener que dar muchas explicaciones cuando el FBI llamara a su puerta.

Foto del usuario de Flickr Manish Prabhune

En el foro mencionado también se habló de Cupido, pero no del Dios del amor sino de la legalidad de máquinas como Chaotic Unmanned Personal Intercept Drone (CUPID), el dron que ha desarrollado la empresa Chaotic Moon y que sirve para patrullar zonas determinadas, identificar potenciales intrusos y dispararles un rayo paralizante. Desert Wolf, la empresa que comercializa Skunk Riot Control Copter ha optado por otra solución: un dron que dispara balas de plástico y lanza spray de pimienta a grandes aglomeraciones de personas difíciles de controlar, como por ejemplo una huelga violenta. Prefiero no imaginar  el potencial destructivo de esos aparatos en manos de milicias asesinas o gobiernos sin escrúpulos.