ironman

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foto de Flickr, autor angeloangelo

martes, 23 de diciembre de 2014

Robots y propiedad intelectual


Cuando en un descuido de David Slater, el macaco agarró su cámara e hizo varias fotos, no se podía imaginar que acababa de hacer el monkey selfie más famoso de la historia y de iniciar una disputa legal que ha durado varios años y en la que ha tenido que intervenir hasta la US copyright office, que acaba de dictaminar que ese tipo de obras no pueden ser objeto de protección a través de copyright. En el Reino Unido el macaco tampoco podría ser considerado el autor de la foto pero Slater sí si demuestra que ha puesto los medios y ha contribuído activamente a la creación de la obra.

Autor/titular de los derechos ¿?

Podemos concluir entonces que los animales no pueden ser titulares de derechos de propiedad intelectual pero ¿qué ocurre si una poesía o una canción es creada por una máquina? Puede parecer ciencia ficción pero ya hay libros completamente generados por algoritmos y algunos apuntan que en el año 2030 el 90% de las noticias de prensa se elaborará sin intervención humana.

Los distintos sistemas de copyright coinciden en que el primer requisito para que una obra sea protegible es que sea una creación original. Sin embargo, existen divergencias entre la normativa continental y la anglosajona en lo que se refiere al concepto de autor. La primera da mucha importancia a los derechos morales, conectados con la personalidad del autor y en muchos casos irrenunciables e inalienables. Por contra, la tradición anglosajona pone el énfasis los derechos ecónomicos y prácticamente ignora los derechos morales.

En el Reino Unido (y se podría interpretar que también en EEUU en ciertos casos) una obra puede obtener la protección de copyright, incluso si ha sido creada por una máquina, siempre que sea original. En España en cambio no cabe esta posibilidad porque se considera autor a la "persona natural que crea alguna obra literaria, artística o científica", aunque la protección que concede la ley de propiedad intelectual se puede extender en ciertos casos a las personas jurídicas.

Uno de los fines de la normativa de propiedad intelectual es favorecer la creación. Está claro que los algoritmos no necesitan ese incentivo para generar contenidos literarios o musicales pero también es legítimo pensar que las personas que desarrollan ese software pueden tener un interés económico. Cuestión diferente es quién debe de ser el titular de los derechos de las obras generadas por ordenador (la persona que crea el código, la empresa que le paga, el usuario que usa ese programa para generar el contenido final o el propio algoritmo, si se trata de un sistema capaz de aprender de si mismo y aceptamos el concepto de personalidad mecánica que mencionábamos en otro artículo de Replicante) y cuánto deben durar los mismos (70 años desde la muerte del autor no parece lo más lógico para estos casos).

¿Y qué hacemos con los robots que interpretan obras de teatro? La Ley de Propiedad Intelectual española establece que "se entiende por artista intérprete o ejecutante a la persona que represente, cante, lea, recite, interprete o ejecute en cualquier forma una obra". Aunque la norma no dice "persona natural" como en el caso de los autores, me temo que todavía no estamos preparados para atribuir este tipo de derechos a un robot, aunque éste pueda ser capaz de sumergirnos en el peculiar mundo de Kafka mejor que algunos humanos.

domingo, 14 de diciembre de 2014

La realidad virtual ha llegado para quedarse


 En junio del año pasado Second Life celebró su décimo aniversario. Para conmemorarlo, sus creadores publicaron los datos más relevantes del servicio, entre ellos 36 millones de usuarios registrados, $3.2 billones de dólares de transacciones de bienes virtuales y más de 200.000 años de tiempo empleado por los usuarios en esa plataforma. La realidad, sin embargo, es que ese mundo virtual no ha llegado a ser el game changer que pretendía y hoy el mercado apunta en otras direcciones.

Foto del usuario de Flickr fotologic


Lo más cool ahora mismo en el mundo de la realidad virtual son las gafas de Oculus, la compañía recientemente adquirida por Facebook después de haber recibido una inversión inicial $2.4 millones a través de la web de crowdfunding Kickstarter. Oculus tiene como objetivo ofrecer una tecnología de realidad virtual envolvente, atractiva y asequible. Aunque inicialmente se desarrolló pensando en el mundo de los juegos, las gafas también se pueden usar para viajes virtuales o para pruebas de coches. La industria del porno ya se está frotando las manos pensando en las enormes posibilidades que ofrecen este tipo de dispositivos.

De hecho, el potencial de estas tecnologías es casi ilimitado. Esta infografía detalla los cambios que se van a producir en los puestos de trabajo cuando se consoliden la realidad virtual y la aumentada: la formación del personal técnico será mucho más fácil y eficaz, seremos mucho más productivos y podremos evitar desplazamientos gracias a salas de reuniones a las que podremos teletransportarnos.

Además parece que lo de ver dragones volando alrededor tuyo va a dejar de ser patrimonio exclusivo del LSD. Al menos eso es lo que promete la misteriosa Magic Leap, que acaba de cerrar una ronda de financiación de más de 500 millones de dólares, liderada -como no- por Google. Se conocen pocos detalles del proyecto pero parece que se trata de algo parecido a unas gafas que proyectan imágenes en tres dimensiones directamente sobre los ojos de quien las lleva, haciéndole creer que son reales. Su creador (Rony Abovitz) ve Magic Leap como un nuevo interfaz que puede sustituir a las pantalles de los ordenadores y teléfonos móviles y revolucionar las interacciones médico-paciente y las comunicaciones personales. Lo llama "cinematic reality" porque considera que los términos realidad virtual y realidad aumentada están anticuados.

Jason Silva va todavía más allá y afirma que podremos compartir nuestros sueños y pensamientos con otros (literalmente). Cree que pasaremos de las realidades virtuales a las “real virtualities” y pone como ejemplo al pulpo que se transforma según el entorno. El video es curioso. De hecho tiene pinta de que lo ha grabado después de una intensa sesión de Magic Leap con unicornios y elfos flotando por la habitación...

¿Matrix? Por si acaso Apple ha patentado una tecnología que genera imágenes en 3D y hologramas que el usuario podrá manipular con sus manos y Google ha solicitado la misma protección para un "sistema de seguimiento con la mirada". Según  cuenta la OMPI en este interesante artículo, también ha habido intentos de patentar o registar como marcas determinados gestos. 

Las implicaciones para el copyright y los sistemas contractuales de licenciamiento asociados también serán grandes puesto que es probable que estos dispositivos se utilicen masivamente para consumir contenidos, para "asistir virtualmente" a conciertos o eventos deportivos y/o para acceder a contenidos relacionados con lo que se emite en otra pantalla.


martes, 9 de diciembre de 2014

El camino hacia los coches sin conductor.


Una cálida mañana de junio de 2026 diste tu brazo a torcer. La presión de tus amigos, vecinos y familiares había sido muy fuerte, con los niños a la cabeza de la manifestación. ¡Papá, somos los únicos que no lo tenemos! A ti te encantaba tu viejo BMW X5 comprado en 2014, cuando los coches todavía se dejaban conducir.

El vendedor te estaba explicando las bondades del flamante Tesla BB7500 que acababas de adquirir, y por tu cabeza pasó fugazmente el famoso anuncio de tu amigo Toni Segarra: "¿Te gusta conducir?". Mientras, te dio por pensar en cómo habíamos llegado a la situación en que los vehículos con conductor habían pasado a ser minoría en las calles y ciudades españolas.

Foto del usuario de Flickr raneko

Los sistemas de ayuda a la conducción se fueron generalizando con el cambio de siglo. Al principio era que los coches aparcaban solos o que activaban automáticamente el frenado de emergencia ante el riesgo de colisión inminente. A partir de 2017 aparecieron los primeros vehículos que podían acelerar, frenar y circular hasta 100 kms/hora sin intervención humana en ciertos trayectos. La adopción masiva de la tecnología 'car-to-x' y la consolidación de las ciudades inteligentes introdujeron mejoras significativas en la seguridad vial: los coches se comunicaban entre ellos y también interactuaban constantemente con los semáforos, las señales y los 'smartphones' de los peatones. Los atascos en las grandes urbes fueron disminuyendo progresivamente porque los automóviles elegían la ruta y la forma de conducción más eficientes.

Evidentemente hubo problemas en el camino. Los expertos pronosticaron que los sistemas informáticos de estos vehículos fallarían y serían 'hackeados', y no se equivocaron. En febrero de 2021, un grupo de terroristas del Estado Islámico se hizo con el control de varios camiones no tripulados del ejército americano y los estrelló en distintos puntos de Los Ángeles y San Francisco causando numerosos muertos y sembrando el caos en California. Unas semanas antes se había producido un grave accidente en París cuando el sistema operativo de un Ford sin ocupantes falló repentinamente y el coche aceleró en lugar de frenar frente a un 'Stop' que señalizaba la entrada de un hospital.

Sorprendentemente para muchos, los temas técnicos más graves se solucionaron en un plazo breve y la opinión generalizada ahora es que los coches completamente autónomos (CCA) tienen un nivel de seguridad aceptable. De hecho, es raro ver algún siniestro en las carreteras, con la excepción de los automóviles que todavía son conducidos por personas.

Un tema que generó cierta polémica fue el accidente en el que falleció un motorista y su acompañante en 2022, en Praga. Un adolescente borracho cruzó indebidamente la calle justo delante de un taxi no tripulado de Uber, que hizo un giro brusco para esquivarle y provocó el choque fatal con la moto. En las investigaciones posteriores se comprobó que el algoritmo del vehículo decidió que la opción menos mala en ese caso era colisionar con el motorista que circulaba correctamente. Este accidente provocó un amplio debate en los medios europeos sobre cómo deberían programarse los algoritmos de los CCA. Después de muchas discusiones en la Comisión y el Parlamento Europeo, se decidió aprobar una Directiva con unos principios mínimos aplicables a estos sistemas, entre ellos que en el caso de la colisión fuera inevitable, el CCA nunca debería chocar contra los que estaban cumpliendo las normas. 

Los que sí se equivocaron de cabo a rabo fueron los abogados que apostaron por que se produciría un aluvión de pleitos complejísimos por cuestiones relacionadas con la responsabilidad en caso de accidentes. Ocurrió todo lo contrario: la cantidad de información procedente de las cámaras y sensores de los CCA hizo que no hubiera dudas sobre cómo se había producido el siniestro y a quién correspondía pagar los daños. De hecho, ahora mismo los asuntos relativos a accidentes en los que sólo intervienen vehículos no tripulados no llegan los jueces, sino que los resuelve HALDRIVE, un superordenador que recibe y procesa la información que remiten automáticamente los coches después del siniestro y emite, en pocos minutos, un veredicto con su resolución estableciendo los daños que, en su caso, corresponde pagar al dueño del CCA causante del choque.

Lo más complicado desde el punto de vista legal fue adaptar la Convención de Viena de 1968 de vehículos a motor. Las discusiones en el grupo de expertos de la ONU fueron interminables. En abril de 2014 se enmendó para permitir que el conductor pudiera apartar las manos de volante en ciertas circunstancias. En enero de 2017 se aceptó que los coches pudieran circular de manera completamente autónoma, aunque con bastantes restricciones (entre otras, no podían pasar de 30 Kms/hora en ciudad y 100 kms/hora en autovías) y siempre con presencia de una persona que pudiera tomar los mandos del vehículo en caso de problemas. El Tratado se fue modificando en los años siguientes hasta que, en octubre de 2020, la presión de Google y los grandes fabricantes de automóviles consiguió que se suprimiera la obligación de que hubiera una persona al mando del vehículo. Los países desarrollados fueron adaptado progresivamente sus normativas nacionales y, ahora mismo, prácticamente todos permiten la circulación de CCA, aunque con restricciones que varían de un estado a otro.

"¡Cómo mola!" El grito de tu hijo mayor interrumpe tus pensamientos. El vendedor le está explicando cómo programar el coche para que le recoja en su discoteca preferida. Basta con darle indicaciones a través de la 'app' de Tesla. El coche se ocupa de localizar la posición exacta de tu móvil, recogerte dónde estés y llevarte a casa, sin tener que preocuparte por las copas de más que puedas haber tomado.

Sonríes. Al final va a ser divertido y útil esto de tener un coche que te empieza a recordar a Kitt.

Este artículo se publicó originariamente en Hoja de Router el 4 de diciembre.

martes, 2 de diciembre de 2014

Wearables y privacidad


A pesar de que las gafas de Google no están funcionando como se esperaba (y ya hay muchas voces hablando del fracaso de este proyecto), todos los informes de analistas apuntan a un crecimiento exponencial de los llamados wearables o dispositivos conectados a internet que llevamos con nosotros. Analysys Mason estima que el año que viene se venderán casi 14 millones de dispositivos (frente al millón de este año) y que el mercado crecerá un 1.150% hasta 2020, empujado -como no- por Apple y su Watch.

Foto del usuario de Flickr Keoni Cabral

Steve Mann es uno de los pioneros en el campo de los wearables. No en vano este profesor canadiense lleva más de 35 años diseñando, fabricando y probando gafas computerizadas. En este interesante artículo cuenta su experiencia. Chris Dancy tampoco se queda atrás. Mashable le considera “la persona más conectada del mundo”. Comenzó hace dos años porque quería perder peso y se  instaló múltiples sensores para entender lo que ocurría en su cuerpo. El año pasado se gastó 40.000 dólares en dispositivos conectados y ahora no sale a la calle sin sus Google Glass, Galaxy Gear, Pebble watch, un par de smartphones de última generación y gadgets similares. Más lejos todavía han llegado Amal Graafstra y Kevin Warwick que se han implantado chips dentro de su cuerpo y, en el caso de Warwick, el chip instalado en su brazo está incluso conectado con su sistema nervioso.

La industria de la moda se ha dado cuenta del filón y esta intentando aprovechar la oportunidad. Uno de los proyectos más interesantes en este campo lo lidera una empresa española. Se trata de First V1sion, que está trabajando en una cámara integrada en la camiseta de los deportistas profesionales para que podamos ver y casi sentir lo mismo que Messi en tiempo real.  La idea ha sido apadrinada por Wayra, la aceleradora de negocios de Telefónica y ha sido seleccionada por Intel como uno de los wearables más interesantes del año.

En cuanto a los temas legales relacionados con esta tecnología, el principal riesgo es para la privacidad, no sólo propia sino también de los terceros con los que interactuamos diariamente. Dispositivos como Memoto/Narrative Clip (una cámara  de forma cuadrada, del tamaño de una chapa, que no tiene botones y que sé activa al colgarla a la ropa) pueden tomar de manera automática fotografías referenciadas geográficamente  cada 30 segundos y te permiten hacer lo que conoce como lifelogging, algo así como llevar un registro audiovisual de tu vida, pero no sólo de la tuya sino también de las personas que te rodean y en muchos casos sin que ellos se den cuenta ni lo permitan. 

Las autoridades encargadas de la protección de la privacidad deberían empezar a recabar información sobre este tipo de iniciativas para valorar su incidencia en la esfera de intimidad de las personas.


Este artículo se publicó originalmente en Rincón de la Tecnología el 1 de diciembre.