Una cálida mañana de junio de 2026 diste tu brazo a
torcer. La presión de tus amigos, vecinos y familiares había sido muy
fuerte, con los niños a la cabeza de la manifestación. ¡Papá, somos los
únicos que no lo tenemos! A ti te encantaba tu viejo BMW X5 comprado en
2014, cuando los coches todavía se dejaban conducir.
El vendedor te estaba explicando las bondades del flamante Tesla BB7500
que acababas de adquirir, y por tu cabeza pasó fugazmente el famoso
anuncio de tu amigo Toni Segarra: "¿Te gusta conducir?". Mientras, te
dio por pensar en cómo habíamos llegado a la situación en que los vehículos con conductor habían pasado a ser minoría en las calles y ciudades españolas.
Foto del usuario de Flickr raneko |
Los sistemas de ayuda a la conducción se fueron generalizando con el
cambio de siglo. Al principio era que los coches aparcaban solos o que
activaban automáticamente el frenado de emergencia ante el riesgo de
colisión inminente. A partir de 2017 aparecieron los primeros vehículos
que podían acelerar, frenar y circular hasta 100 kms/hora sin
intervención humana en ciertos trayectos. La adopción
masiva de la tecnología 'car-to-x' y la consolidación de las ciudades
inteligentes introdujeron mejoras significativas en la seguridad vial:
los coches se comunicaban entre ellos y también interactuaban
constantemente con los semáforos, las señales y los 'smartphones' de los
peatones. Los atascos en las grandes urbes fueron disminuyendo
progresivamente porque los automóviles elegían la ruta y la forma de
conducción más eficientes.
Evidentemente hubo problemas en el camino. Los expertos pronosticaron que los sistemas informáticos de estos vehículos fallarían y serían 'hackeados',
y no se equivocaron. En febrero de 2021, un grupo de terroristas del
Estado Islámico se hizo con el control de varios camiones no tripulados
del ejército americano y los estrelló en distintos puntos de Los Ángeles
y San Francisco causando numerosos muertos y sembrando el caos en
California. Unas semanas antes se había producido un grave accidente en
París cuando el sistema operativo de un Ford sin ocupantes falló
repentinamente y el coche aceleró en lugar de frenar frente a un 'Stop'
que señalizaba la entrada de un hospital.
Sorprendentemente para muchos, los temas técnicos más
graves se solucionaron en un plazo breve y la opinión generalizada ahora
es que los coches completamente autónomos (CCA) tienen un nivel de seguridad aceptable.
De hecho, es raro ver algún siniestro en las carreteras, con la
excepción de los automóviles que todavía son conducidos por personas.
Un tema que generó cierta polémica fue el accidente en el que falleció
un motorista y su acompañante en 2022, en Praga. Un adolescente borracho
cruzó indebidamente la calle justo delante de un taxi no tripulado de
Uber, que hizo un giro brusco para esquivarle y provocó el choque fatal
con la moto. En las investigaciones posteriores se comprobó que el algoritmo del vehículo decidió que la opción menos mala en ese caso era colisionar con el motorista
que circulaba correctamente. Este accidente provocó un amplio debate en
los medios europeos sobre cómo deberían programarse los algoritmos de
los CCA. Después de muchas discusiones en la Comisión y el Parlamento
Europeo, se decidió aprobar una Directiva con unos principios mínimos
aplicables a estos sistemas, entre ellos que en el caso de la colisión
fuera inevitable, el CCA nunca debería chocar contra los que estaban
cumpliendo las normas.
Los que sí se equivocaron de
cabo a rabo fueron los abogados que apostaron por que se produciría un
aluvión de pleitos complejísimos por cuestiones relacionadas con la
responsabilidad en caso de accidentes. Ocurrió todo lo contrario:
la cantidad de información procedente de las cámaras y sensores de los
CCA hizo que no hubiera dudas sobre cómo se había producido el siniestro y a quién correspondía pagar los daños. De hecho, ahora mismo los asuntos relativos a accidentes en los que
sólo intervienen vehículos no tripulados no llegan los jueces, sino que los resuelve HALDRIVE, un superordenador
que recibe y procesa la información que remiten automáticamente los
coches después del siniestro y emite, en pocos minutos, un veredicto con
su resolución estableciendo los daños que, en su caso, corresponde
pagar al dueño del CCA causante del choque.
Lo más complicado desde el punto de vista legal fue
adaptar la Convención de Viena de 1968 de vehículos a motor. Las
discusiones en el grupo de expertos de la ONU fueron interminables. En
abril de 2014 se enmendó para permitir que el conductor pudiera apartar
las manos de volante en ciertas circunstancias. En enero de 2017 se
aceptó que los coches pudieran circular de manera completamente
autónoma, aunque con bastantes restricciones (entre otras, no podían
pasar de 30 Kms/hora en ciudad y 100 kms/hora en autovías) y siempre con
presencia de una persona que pudiera tomar los mandos del vehículo en
caso de problemas. El Tratado se fue modificando en
los años siguientes hasta que, en octubre de 2020, la presión de Google y
los grandes fabricantes de automóviles consiguió que se suprimiera la obligación de que hubiera una persona al mando del vehículo.
Los países desarrollados fueron adaptado progresivamente sus normativas
nacionales y, ahora mismo, prácticamente todos permiten la circulación
de CCA, aunque con restricciones que varían de un estado a otro.
"¡Cómo mola!" El grito de tu hijo mayor interrumpe tus pensamientos. El
vendedor le está explicando cómo programar el coche para que le recoja
en su discoteca preferida. Basta con darle indicaciones a través de la
'app' de Tesla. El coche se ocupa de localizar la posición exacta de tu
móvil, recogerte dónde estés y llevarte a casa, sin tener que
preocuparte por las copas de más que puedas haber tomado.
Sonríes. Al final va a ser divertido y útil esto de tener un coche que te empieza a recordar a Kitt.
Este artículo se publicó originariamente en Hoja de Router el 4 de diciembre.